Ya es una costumbre. Una vez más el clima fue protagonista del Dakar y le sumó dureza a una competencia que siempre es difícil. Sam Sunderland se convirtió en el primer británico que gana la carrera, KTM mantuvo su racha invicta y Honda estuvo más cerca.
Marc Coma fue uno de los mejores pilotos ‘dakarianos’ de los últimos tiempos. El español fue convocado a mediados de 2015 por la empresa organizadora ASO para que se haga cargo del puesto de Director Deportivo que dejaba vacante David Castera cuando decidió acompañar a Cyril Despres (eterno rival de Coma) en su paso de las Motos a los Autos. En aquella oportunidad, Coma recibió un borrador de lo que podría ser la edición 2016 y tuvo que rehacer muchas hojas ante la negativa de Perú de formar parte de la competencia. Con mucho más tiempo a su disposición, el español que fuera un emblema para KTM en esta competencia, trabajó en el libro de ruta de la edición 2017 buscando esa ‘esencia’ perdida en el raid que él tanto añoraba. Su deseo pasaba por conformar un Dakar más puro, con más olor a desierto y dunas a cada rato. Si quería que la edición sudamericana recuperara una dureza extrema, había que buscarle muchas similitudes con la carrera que se disputaba en África. Y en principio lo logró.
Los cambios de este año
En lo que a recorrido respecta, Coma descubrió unos parajes tan maravillosos como extremos en el paso de la caravana por territorio boliviano. Más allá de la conocida excursión al salar de Uyuni, llegar hasta La Paz con un tránsito directo por Tupiza y Oruro obligó a los participantes a enfrentarse a inmaculadas dunas de fina arena ¡a más de 4.000 metros de altura! Todo un desafío. Desafortunadamente, el clima le jugó al español una mala pasada, ya que intensas lluvias complicaron el andar de los competidores; se debieron cancelar tramos especiales y, tras una noche de terror en el campamento de Oruro (porque quedó anegado por la cantidad de agua caída), la etapa seis debió ser anulada para favorecer la salida de los vehículos y sus asistencias. Otro toque personal (con el sello de Marc Coma), que fue bien recibido, y sirvió para aumentar la dureza del Dakar tuvo que ver con el reglamento de navegación. Hasta la pasada edición, superar los ‘way point’ o puntos de paso en medio de la etapa, requería acercarse a esos ítems con las indicaciones del ‘road book’ o libro de ruta. A una distancia de 800 metros de la marca buscada, una luz se encendía en el tablero y con una flecha indicaba para donde había que salir en la prosecución de la carrera, en dirección al próximo ‘way point’. Con el nuevo reglamento, sólo cuando se está a un radio de 300 metros de la marcación se enciende la luz pero ya no hay indicador de dirección. En hallar la verticalidad correcta para salir a buscar el próximo ‘way point’ está la clave de una buena navegación y, lo más difícil, hacerlo bien y en medio del desierto, cuando los puntos de referencia para cotejar con el libro de ruta son escasos o directamente no existen. Gracias a esto esta edición tuvo días en que los punteros ‘perdían’ literalmente el rumbo durante minutos, hasta que se encendiera la bendita lucecita; viéndose favorecidos aquellos que ya encontraban la huella correcta por venir más atrás. Navegación, ni más ni menos…
Motos: dominio naranja
La edición 2017 pasará a la historia por haber recuperado ese sabor africano que le faltaba al Dakar desde que desembarcó en Sudamérica, pero también por verse sometido a las inclemencias del clima. Calor y humedad en la partida desde Asunción, frio y lluvia en la alta montaña, y más agua (y más altas temperaturas) al momento del descenso. Fue tal el azote que por momentos excedió el ambiente competitivo y afectó también a poblaciones civiles, tal el caso del alud de barro que cayó sobre la localidad de Volcán en la provincia de Jujuy. Más allá de obstaculizar el paso de la caravana al bloquearse un tramo de la Ruta Nacional Nº 9, la organización puso a disposición de Defensa Civil todos sus medios y recursos sanitarios para reforzar el trabajo de salvamento de los damnificados. Fue por eso que se modificó la ruta en enlace y se canceló la novena etapa, justamente una de las ‘estrellas’ en la hoja de ruta ideada por Marc Coma. La ‘Súper Belén’ (tal como se la bautizó) tenía como epicentro las dunas de Fiambalá y se esperaba que se convirtiera en el gran filtro de esta edición. Pero tampoco fue. Así las cosas, en un Dakar que ‘a priori’ tenía sólo doce etapas, se disputaron diez y dos fueron acortadas a la mitad; o sea, el kilometraje aproximado de nueve jornadas (casi un 30% menos de carrera).
Los ganadores dirán seguramente que está bien. Tal el caso de Sam Sunderland, un británico oriundo de Dorset que consiguió lo que muchos desean en su tercera participación. A bordo de una de las KTM 450 Rally Replica oficiales, ganó la edición 2017 del Dakar tras imponerse solamente en una jornada y extremar la regularidad de marcha una vez que quedó al frente. Cuarto en Resistencia, tercero en San Miguel de Tucumán, segundo en San Salvador de Jujuy, Sunderland quedó adelante en la general en Tupiza, cuando entraron a Bolivia, justo el mismo día que su compañero Toby Price (ganador de 2016) se fracturaba el fémur izquierdo en una caída y las Honda del HRC (con Barreda incluido) eran penalizadas por recargar combustible en un lugar no asignado. Las motos rojas (entre las que también estaba la CRF 450 de Franco Caimi) completaron los tanques en la neutralización para cruzar la frontera, recibiendo todas una hora de penalización en sus tarjetas de tiempo, un recargo que ya fue imposible de descontar. A partir de ese momento, Sunderland supo gestionar su ventaja, evitó posibles errores de navegación y sorteó todas las trampas que pudieran aparecer en el camino. La amenaza más cercana se diluyó cuando Pablo Quintanilla tuvo inconvenientes en su Husqvarna FR450 en el camino a San Juan, jornada que luego se saldó drásticamente para el chileno al tener una seria caída que le generó una ligera conmoción cerebral a raíz del golpe.
Finalmente, el ganador estuvo acompañado en el podio por su compañero de equipo Matthias Walkner (otro que terminó por primera vez un Dakar luego de tres participaciones); en tanto que una de las últimas ‘batallas’ de la carrera se libró por la tercera colocación entre el español Gerard Farrés (un veterano entre los pilotos privados) y el francés Adrien Van Beveren (en lo que fue su segunda experiencia ‘dakariana’ con Yamaha). Ambos empataron la última etapa, quedando el honor de la foto importante (por apenas 48 segundos) para el representante del equipo Himoinsa, una escuadra no oficial que cuenta con unidades KTM.
Del resto de los culminados en el ‘TopTen’ (cuyos nombres pueden verse en recuadro que acompaña este informe), destacamos la actuación del argentino Franco Caimi. El mendocino fue octavo y mejor debutante para esta edición, tomando para sí la bandera localista que dejó vacante Kevin Benavides con su lesión a pocos días de iniciar la competencia. Con importantes estadísticas en Enduro (tres veces campeón argentino, múltiple campeón latinoamericano, varía veces medallista de oro en los Seis Días), basó su andar en una marcha veloz y regular para conseguir protagonismo día a día y enrolarse como una de las nuevas esperanzas para las próximas ediciones.
Quads: el trono vacante
Ante la decisión de no participar por parte de los hermanos Marcos y Alejandro Patronelli por no sentirse cómodos con el recorrido (entre ambos ganaron cinco de las últimas siete ediciones) y la lesión de último momento de Jeremías González Ferioli (había terminado quinto el año pasado) parecía que Argentina iba a estar ausente de la lucha por las primeras posiciones en la división de cuatriciclos. Sin embargo, varios de los nuestros aparecieron en las primeras etapas adjudicándose algunos parciales, en tanto que Pablo Copetti cumplió con la tradición de llevar una bandera albiceleste al podio final, al trepar hasta el tercer escalón en la clasificación general. De los 37 participantes que arrancaron en Asunción, varios estaban en condiciones de heredar el trono de Marcos Patronelli (vencedor en 2016). Durante las primeras jornadas, se fueron sucediendo en el liderazgo nombres que auguraban un linaje ‘latino’ para pelear por la victoria de la general: el brasileño Marcelo Medeiros, el argentino Pablo Copetti, el chileno Ignacio Casale, el boliviano Walter Nosiglia, etc. A ellos, se le sumaron otros candidatos como el novato francés Simón Vitse, el ruso Sergey Karyakin y verdaderas ‘leyendas’ entre los Quads como el checo Josef Machacek o el polaco Rafal Sonik. Pero, tras el abandono de unos y el retraso de otros, el ambicioso Karyakin (cuarto el año pasado) se encontró con el camino libre a partir de la séptima etapa y procuró de mantenerse adelante al regular (en los relojes) la marcha del sorprendente francés Axel Dutrie (en su debut en esta carrera) o del ex ganador Ignacio Casale (se adjudicó la edición 2015). La definición de la competencia llegó en la décima jornada (entre Chilecito y San Juan), donde luego de marchar separados por apenas diez minutos, Karyakin hizo valer su condición de favorito y sepultó las aspiraciones de sus rivales.
Informe: S.C. – Fotos: prensa y archivo ERRE